La burbuja de la IA y el mercado bajista de las criptomonedas: todo esto no es más que ruido.

En las últimas dos semanas, el auge especulativo de la IA ha sido el tema central en el sector tecnológico global. Los debates encendidos han provocado una caída del 5 % en la capitalización de mercado de las empresas que cotizan en el Nasdaq, y las valoraciones de figuras influyentes del sector tecnológico y financiero como NVIDIA, Meta y Oracle han descendido entre un 10 y un 30 %. Figuras influyentes del sector tecnológico y financiero han mostrado posturas muy divididas, generando enfrentamientos intensos. Simultáneamente, el mercado cripto lleva en descenso ininterrumpido desde el 11 de octubre, y todo el sector debate con preocupación si estamos ya en un mercado bajista.

Muchos amigos me preguntan mi opinión sobre el auge especulativo de la IA y si el cripto está en un ciclo alcista o bajista. La verdad, no lo sé, y tampoco me quita el sueño. Tanto la IA como el cripto presentan grandes incógnitas: si los modelos de lenguaje llevarán a la Inteligencia Artificial General (AGI), si las empresas de IA están inflando sus beneficios al alargar plazos de depreciación, si hay miles de GPUs sin uso, o cuándo se recuperará la liquidez en el mercado cripto. Estas cuestiones preocupan a Trump, Jensen Huang, Elon Musk y Altman, pero para personas corrientes como tú y como yo, resolverlas no es indispensable para tomar decisiones acertadas. Los debates que importan a los grandes del sector pueden ser simple ruido para el resto. Si te obsesionas con ese ruido, corres el riesgo de perder de vista oportunidades verdaderas y evidentes.

Actualmente, los medios están dominados por unos pocos grupos de élite que controlan el relato y atraen la atención pública. La gente corriente lucha con la realidad, a menudo ignorando los asuntos que les afectan directamente mientras gastan energía en las preocupaciones de la élite. Hace falta esfuerzo para sacudirse la ilusión de ser un magnate financiero o un líder del sector, y recordar que su poder y riqueza no son tuyos—y tampoco sus problemas. Si dedicas tu atención a los debates que crean los de arriba, te pierdes en su mundo y dejas escapar oportunidades concretas en tu propia vida.

La mayoría de los mayores de cuarenta tienen historias sobre cómo se perdieron el auge de Internet. Yo mismo pienso a menudo en aquellos primeros años de los 2000, preguntándome por qué yo y tantos otros dejamos pasar la mejor oportunidad de sumarnos a la revolución digital. Si lo analizamos, ya en 2002–03 el éxito de Internet era innegable: un crecimiento explosivo de usuarios, más tiempo medio en línea, y el traslado del acceso a la información y de las transacciones comerciales a la red. ¿Qué señal más clara podía haber? ¿Hubo alguna tendencia más segura que el auge de Internet? ¿Por qué no nos lanzamos?

Quienes vivimos aquel momento sabemos que la mayoría no era ajena a esas señales: dudábamos porque nos perdíamos en debates interminables. Primero nos preguntábamos si Internet tenía un modelo de negocio viable. Cuando Google demostró la fuerza de la publicidad, discutíamos si ese modelo tenía margen suficiente para crecer. Con la llegada del comercio electrónico, nos preocupaba que los pagos y devoluciones frenaran para siempre el sector minorista en línea en China. Cuando despegaron los videojuegos online, debatimos si la adicción juvenil lastraría el futuro nacional. Después llegaron las redes sociales y los pagos digitales, y nos preguntábamos cuándo intervendría el gobierno. Cuando nació Bitcoin, discutimos si Satoshi Nakamoto era de la CIA o si Li Xiaolai solo presumía. Todos estos temas acapararon nuestra atención, haciéndonos sentir como líderes de asociaciones, defensores de la juventud, ejecutivos bancarios o incluso reguladores. Dudamos sin parar, ignorando la certeza absoluta del éxito de Internet y quedando atrapados en un mar de incertidumbres secundarias.

Lamentablemente, los registros históricos de Internet en China están desapareciendo a gran velocidad. Incluso aunque los historiadores usaran IA para reconstruir el pasado, difícilmente imaginarían cuánto tiempo y oportunidades dedicó la gente corriente a debatir problemas de otros. La mayoría de los relatos sobre la historia de Internet se centran en los ganadores, retratándolos como visionarios, talentosos, persistentes y perspicaces, mientras casi nadie reflexiona sobre las lecciones para la “gente corriente”. Aprovechando que nuestra generación aún conserva frescos los recuerdos, quiero compartir esta lección: Los problemas de los demás no tienen por qué ser los tuyos, y lo que para ellos es una señal puede ser ruido para ti. No te pierdas en debates ajenos. Limítate a observar los hechos y a centrarte en las tendencias claras y de gran escala. Para la mayoría, eso basta.

Wall Street y Silicon Valley generan toda esta conmoción con la IA porque casi todos los recursos de crédito de EE. UU. se destinan a la IA, y el crecimiento económico procede sobre todo de la inversión en IA. Hay también señales inquietantes en los ingresos y el comportamiento financiero del sector. ¿Es un problema? Sí. Pero ¿de quién es el problema? Es un problema para Wall Street y Silicon Valley, quizá para la Casa Blanca y la Fed, o para fondos asiáticos y oficinas familiares, pero casi seguro que no es el tuyo. Tú no eres Jensen Huang, ni Altman, ni Michael Burry, ni el cuñado de Larry Ellison. Si la IA es una burbuja o no, no es asunto tuyo.

¿Y entonces de qué deberías preocuparte? Aunque no sepamos si los grandes modelos conducirán a la Inteligencia Artificial General (AGI), las capacidades actuales de la IA ya son notables. De hecho, el potencial de la IA aún está lejos de haberse agotado, y la principal limitación es humana. Está surgiendo una nueva generación de “superusuarios de IA”: quienes saben combinar distintas herramientas de IA para destacar en su sector. ¿Todavía usas la IA solo como sustituto de la búsqueda? Muchos productos de aplicaciones específicas de IA están generando ingresos reales relevantes, y para mantener el capital, los gigantes de la IA buscan ampliar su base de usuarios e incentivar a desarrolladores. ¿Puedes innovar en tu especialidad?

En blockchain, aunque la especulación ha crecido en los últimos años, la infraestructura básica ha resuelto los problemas de rendimiento en las transacciones, permitiendo aplicaciones blockchain de alta escala, bajo retardo y gran rendimiento. Las stablecoins, hoy el mayor caso de uso de blockchain por capitalización de mercado, siguen creciendo y entrando en nuevos ámbitos. Más importante aún, desde Wall Street a Hong Kong, los activos financieros tradicionales—acciones, participaciones, bonos, metales preciosos, divisas, derivados—se están trasladando poco a poco a plataformas blockchain. Esto significa que las finanzas, en su conjunto, migran hacia blockchain. ¿Cuál es mi auténtica preocupación? No me inquietan las oscilaciones puntuales del precio de Bitcoin, ni cuándo volverá la liquidez en el mercado cripto tras una caída, ni si Trump aún tiene peso para impulsar legislación cripto. Lo que me preocupa es la visión clara del futuro: Dentro de tres a cinco años, las personas podrán invertir en activos globales en cadena usando stablecoins, con la IA como asesor de inversiones. Si tienes los conocimientos y las habilidades adecuadas, y dominas las herramientas necesarias, cualquier persona podrá crecer junto a las empresas e industrias más dinámicas del mundo—sin barreras. En ese mundo nuevo, ¿cuento con los conocimientos y la experiencia necesarios? ¿Puedo ayudar a otros a escapar del caos y la inflación? ¿Tengo oportunidades para crear productos y servicios valiosos?

Sigo recordándome: Estas son las preguntas por las que realmente debo preocuparme.

Admito que el mundo está cada vez más caótico, con numerosos problemas que generan inquietud y ansiedad. Muchas cosas que antes permitían planificar a largo plazo han dejado de ser seguras. Nos guste o no, descendemos en la escala de necesidades de Maslow: de una época centrada en el éxito y la autorrealización, a otra en la que muchos luchan simplemente por sobrevivir con dignidad. Esa es la realidad. A veces parece más fácil calmar la ansiedad viendo unos vídeos cortos y reír un rato. Pero cuando el efecto estimulante se va, la vida sigue ahí. No vengo a tranquilizarte diciendo que todo irá a mejor. Pero sí creo que no hay que predecirlo todo. Basta con acertar en lo seguro y centrarse en las tendencias claras. Eso es suficiente. Frente a consumir energía en dudas y miedos, y perderse en debates ajenos, es mucho mejor avanzar así.

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