El DAG en criptomonedas: una mirada diferente

Un vistazo inicial

Cuando pensamos en criptomonedas, blockchain es la palabra estrella. Desde que Bitcoin apareció, cientos de proyectos crypto han surgido. Muchos siguen modelos parecidos.

La blockchain tradicional funciona añadiendo bloques a una cadena. Cada bloque lleva transacciones. Hay que esperar. A veces segundos, a veces horas. Depende.

Algunos lo ven como un sistema brillante. Otros no tanto. Parece que la blockchain podría tener problemas para crecer realmente a gran escala. Y aquí es donde entra el DAG. Una alternativa interesante.

DAG: descifrando el concepto

Un DAG parece complicado de nombre. No lo es tanto.

Imaginemos esferas conectadas por flechas. Las flechas van en una dirección. Y nunca forman círculos. Así de simple. Si sigues un camino, jamás volverás al punto inicial.

Este tipo de estructuras aparecen en muchos campos científicos. Muestran relaciones entre cosas. En crypto, tienen un uso especial: lograr consenso sin los límites de la blockchain.

Cómo funciona en la práctica

En un sistema DAG, cada transacción es un punto en el gráfico. No hay bloques. No hay minería tradicional. Cada nueva transacción se apoya en las anteriores.

Cuando envías una transacción, validas otras. Es un sistema cooperativo. Haces un pequeño trabajo computacional. Nada comparable a la minería Bitcoin.

Las transacciones deben referenciar a otras más viejas. Algo así como señalarlas. "Estoy de acuerdo con estas". Las transacciones con más "peso" tienen más probabilidades de ser referenciadas.

Alice hace una transacción. Valida otras que estaban pendientes. Y luego espera. Su transacción quedará validada cuando alguien más la incluya en otra nueva. Es un flujo constante.

Evitando gastar dos veces lo mismo

Los DAG también resuelven el problema del doble gasto. Cada nodo examina el historial completo cuando valida.

¿Podrían existir ramas paralelas con fondos gastados dos veces? En teoría, sí. Pero el sistema favorece naturalmente la rama más "pesada". Las más débiles acaban abandonadas.

Nunca hay garantía total. Es como en blockchain. Pero la probabilidad de reversión se vuelve ínfima con el tiempo. IOTA, por ejemplo, usa un indicador de "confianza de confirmación".

Lo bueno del DAG

Son rápidos. Sin esperar bloques, las transacciones fluyen continuamente.

No requieren minería intensiva. Su huella ambiental es menor.

Las comisiones son mínimas o inexistentes. Esto permite micropagos que serían impensables con tarifas altas.

Y escalan mejor. Un DAG bien diseñado podría procesar muchísimas más transacciones por segundo que las blockchain convencionales. Ideal para el Internet de las Cosas.

Los problemas pendientes

Algunos sistemas DAG mantienen cierta centralización. No está del todo claro si es una fase temporal o una necesidad permanente.

Y son tecnología en evolución. Existen desde hace años, pero todavía no sabemos cómo responderán cuando millones de personas y dispositivos los usen simultáneamente.

Para cerrar

Los DAG parecen una alternativa fascinante a la blockchain. Tienen potencial para crear sistemas super escalables. Perfectos para entornos que necesitan procesar miles de pequeñas transacciones sin costos prohibitivos.

El tiempo dirá si pueden cumplir estas promesas. Pero sin duda representan una dirección interesante en la evolución de las criptomonedas.