¡Del borde de la quiebra al éxito: La asombrosa historia de Adrian Portelli!

🚀💰 De 400 dólares a 1.300 millones en un parpadeo. La trayectoria de Adrian Portelli ha dejado a Australia con la boca abierta.

Nació en 1989. St Albans, Melbourne. Un barrio obrero. Padres malteses inmigrantes. A los 29 años casi lo pierde todo. Y luego, algo mágico pasó. En solo 4 años se volvió multimillonario. Un imperio sin apenas empleados. Lo llaman "Lambo Guy". No es difícil entender por qué.

2018 fue su año oscuro. Bolsillos vacíos. Apenas 400 dólares. Negocios fracasados a sus espaldas. Parece increíble que lograra levantarse.

Todo comenzó con LMCT+. Al principio, una simple web para comparar precios de coches. No funcionó, claro. Pero tuvo una idea. ¿Y si sorteaba coches para atraer clientes? No fue tan simple. Tuvo que adaptar su plan para no chocar con las leyes. Y ahí encontró su mina de oro.

Invirtió fuerte. Muy fuerte. En dos años, más de 10 millones en publicidad en redes. Organizaba concursos extravagantes. Coches. Propiedades. La gente se volvía loca por suscribirse. Su colección de superdeportivos empezó a crecer. Algo medio absurdo, la verdad.

Su marketing digital fue brutal. Videos virales por todas partes. Colaboraciones con influencers. Un millón de suscriptores. Así, sin más.

Hoy LMCT+ genera más de 100 millones anuales. Gastos mínimos. Es una máquina perfecta, o eso parece. Para septiembre de 2025, su fortuna alcanza los 1.300 millones. El dinero viene principalmente de suscripciones, inmuebles y lujos varios. La gente también lo reconoce por "The Block", ese programa donde compra propiedades como quien compra pan.

¿Su secreto? Redes sociales. Atención masiva. Un producto digital con márgenes enormes. Gastos ridículamente bajos. Muestra que el mundo empresarial ha cambiado. El éxito llega rápido cuando sabes crear audiencias monetizables.

Las empresas de hoy son medios de comunicación. O algo así. Adrian Portelli, de chaval humilde a billonario. No está nada mal para alguien que casi acaba en bancarrota. El poder de reinventarse, supongo.