Elon Musk sonriendo al revés mientras me desvelo a las tres de la madrugada

¡Joder! Otra noche desvelado mirando el móvil a las 3 de la mañana. Y ahí está él de nuevo - el multimillonario tecnológico más errático del planeta soltando un simple "interesante" que seguramente hará temblar los mercados cuando despierte el resto del mundo.

Me fastidia admitirlo, pero soy parte del problema. Como miles más, espero sus tweets como si fueran las cartas del tarot, buscando señales para mis próximas inversiones cripto. Patético, ¿verdad?

Este tío maneja el mercado desde el váter de su mansión mientras el resto nos desvelamos interpretando sus ambigüedades. Un día adora los memes, al siguiente insulta a alguna criptomoneda, y todos bailamos a su ritmo como marionetas financieras.

Lo peor es ver cómo mi cartera sube o baja según los caprichos de un multimillonario que puede permitirse perder millones por diversión. Mientras tanto, yo calculo si puedo permitirme el lujo de pedir una pizza este fin de semana.

Y no hablemos de esas plataformas que nos cobran comisiones exageradas por cada movimiento. Ellos ganan siempre, hagamos lo que hagamos. Es un sistema diseñado para que perdamos mientras nos sentimos genios cuando acertamos una vez de cada diez.

Mañana repetiré este ritual absurdo. Me despertaré, revisaré qué nuevas locuras ha soltado el magnate y ajustaré mi estrategia en consecuencia. Porque al final, todos buscamos ese pelotazo que nos saque de la rutina, aunque sea siguiendo las migajas que deja un billonario aburrido en redes sociales.

Ya son las 3:30. Debería dormir, pero sé que volveré a mirar el móvil en media hora. La sonrisa al revés de Musk es ahora la mía, atrapado en este círculo vicioso.