Un popular podcaster desafió recientemente la idea de que los multimillonarios tomen decisiones unilaterales que afectan a todos en el planeta. Señaló cómo algunos magnates tecnológicos discuten intervenciones radicales en el clima—como liberar partículas en la atmósfera para atenuar la luz solar y enfriar la Tierra—sin consultar a los miles de millones de personas que serían impactadas. "Tener cien mil millones de dólares no te da el derecho de hablar en nombre de la humanidad", argumentó. Los comentarios generan un debate más amplio: ¿deberían un puñado de individuos ultrarricos tener tanta influencia sobre decisiones a escala planetaria? Muchos en comunidades descentralizadas ven esto como otro ejemplo de por qué la gobernanza distribuida importa.