¿Cómo un adolescente de 17 años de Florida hackeó Twitter con una llamada telefónica

El 15 de julio de 2020, Twitter se cayó. Las cuentas de Elon Musk, Bezos y Obama publicaron al mismo tiempo un mensaje: "Transfiéreme 1000BTC, te devolveré 2000".

Parece una broma, pero no lo fue: Twitter fue comprometido. En media hora, los hackers robaron 110,000 dólares en Bitcoin. Por primera vez, Twitter bloqueó globalmente todas las cuentas verificadas.

El cerebro detrás no fue una organización de hackers de élite, sino un joven de 17 años sin dinero ni fama, Graham Clark.

No escribió una línea de código. Utilizó ingeniería social: llamó a empleados de Twitter, fingiendo ser soporte técnico interno, y pidió "reiniciar el acceso". Los empleados cayeron en la trampa y abrieron la puerta. De entre varios empleados, logró infiltrarse en el sistema y encontró la cuenta en modo "Dios". De repente, dos adolescentes controlaban las 130 cuentas más influyentes del mundo.

Lo más loco es que este chico ya había hecho antes estafas de intercambio de SIM, robando más de 100,000 dólares en Bitcoin a un gerente de fondos de inversión. La policía encontró en su habitación 400 BTC. Como era menor de edad, fue condenado a 3 años en un centro de menores y 3 en libertad condicional. A los 20 salió en libertad, sin que le confiscaran el dinero.

Irónicamente, ahora en X (el nuevo nombre de Twitter), estas estafas con criptomonedas son comunes todos los días. Graham demostró una cosa: **no necesitas hackear sistemas, solo engañar a quienes los gestionan.**

La principal arma de la ingeniería social nunca ha sido la tecnología, sino la naturaleza humana: urgencia, codicia y confianza. Por eso, las estafas siempre tienen mercado.